El reciente análisis publicado por @arg_endatos (X Post ID: 1987956053464543578) evidencia una realidad estructural del sistema productivo argentino: el 49,6 % del PIB industrial se concentra en la provincia de Buenos Aires, mientras que cuatro provincias (Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza) concentran el 79 %.
Este desequilibrio no es solo económico; es territorial, social y de sostenibilidad a largo plazo. La planificación estratégica de los sectores productivos y de servicios constituye la plataforma económica de los países socialmente desarrollados. Noruega, por ejemplo, ha consolidado su bienestar mediante una metodología integral que alinea las potencialidades locales, regionales y nacionales con las necesidades de su población, garantizando sostenibilidad, generación de riqueza y equidad. En este sentido, surge una pregunta clave: ¿Qué "road map" estratégico tiene previsto el gobierno argentino para la planificación de los sectores productivos y de servicios que contemple, además de crecimiento, desarrollo armónico, inclusivo y territorialmente equilibrado.Lecciones de modelos de ocupación territorialUn caso paradigmático es el de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG), que entre 1951 y 2000 transformó Ciudad Guayana de 4.000 a más de 700.000 habitantes, absorbiendo parte del crecimiento demográfico concentrado históricamente en la franja andina-costera de Venezuela. Este polo de desarrollo no solo descentralizó población, sino que promovió fuentes de ingresos diversificadas, aprovechando recursos regionales en un hábitat armónico.
Ciudad Guayana
PROGRAMA DE DESARROLLO DE GUAYANA
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Australia y Canadá han aplicado estrategias similares con la industria del aluminio, instalando refinerías de alúmina y plantas reductoras en regiones diversas, generando nuevos centros poblacionales y mejorando el aprovechamiento territorial.
Bahrain y Emiratos Árabes Unidos, por su parte, han utilizado el gas asociado al petróleo para producir energía destinada a la electrólisis del aluminio, diversificando su economía más allá de los hidrocarburos. ¿Podría Argentina replicar este modelo con su industria del gas? El potencial de Vaca Muerta, combinado con incentivos para la industrialización local (como plantas de aluminio o fertilizantes), podría generar polos de desarrollo en Neuquén, Río Negro o Salta, reduciendo la dependencia del AMBA y promoviendo empleo de calidad en el interior.Contexto actual y desafíosEl Plan Argentina Productiva 2030 (2022) propuso duplicar exportaciones, modernizar industrias y generar el 70 % de nuevos empleos fuera del AMBA. Informes del INDEC y el CEPXXI (2025) muestran una contracción industrial del 8,8 % en 2024 y 3 % acumulada hasta junio de 2025.
Aunque el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) prioriza minería y energía, su alcance podría ampliarse a industrias de valor agregado regional. El Plan Nacional de Inversiones Públicas 2025-2027 enfoca recursos en energía y minería, pero carece de una visión integrada para encadenamientos productivos territoriales. Es imperativo complementar estas iniciativas con incentivos fiscales diferenciados, infraestructura logística interprovincial y formación técnica regional.Propuesta de acciónArgentina requiere un Plan Nacional de Desarrollo Productivo Territorial 2035, con:
- Mapeo de potencialidades por corredor productivo (litio, gas, agroindustria, foresto-industria).
- Creación de polos industriales desconcentrados con energía barata y logística integrada.
- Fondo federal para industrialización de recursos naturales en origen.
- Indicadores de impacto territorial (empleo, migración interna, PIB provincial).